Tengo ganas de ti.

- ¿ Me la cuentas o no ?
- Esta es la tercera farola que da al otro puente... ¿Ves eso de ahí?
- Sí... Me parece que alguien se ha equivocado atando la motocicleta...
- Pero ¿qué dices, tonto? Es el "candado de los enamorados". Se engancha un candado en esta cadena, se cierra y se arroja la llave al Tíber.
-¿Y después?

- Ya nunca te separas.

- Pero ¿quién inventará esa historias?

-No lo sé. Ésta existe desde siempre, la refiero incluso Trilussa.

-Te burlas de mí porque no lo sé.

-Es verdad... Lo que ocurre es que tienes miedo de poner un candado.
-Yo no tengo miedo.
-Eso es de un libre de Ammaniti.
-O de una película de Salvatores, según se mire.
-De todos modos, tienes miedo.
-Ya te he dicho que no.

-Claro que si, y te burlas porque no tenemos candado.

-Quédate aquí, no te muevas.

Vuelvo al cabo de un minuto con un candado en la mano.

-¿Y eso de dónde lo has sacado?

-Mi hermano. Lleva un candado con la cadena para bloquear el volante.

-Claro, no se le puede ocurrir que sea su hermano el que le manque el coche.

-Tú eres tan responsable como yo. Además aun me debes veinte euros.

-Tacaño.

-¡Ladrona!

-Pero ¿qué dices?, ¿Qué quieres?, ¿el dinero del candado?. Si quieres al final pasamos cuentas...

-Entonces me deberás demasiado.
-De acuerdo, basta, dejemoslo ahí.Entonces, ¿vas a hacerlo o no?

-Claro que sí.

Pongo el candado en la cadena, lo cierro y saco la llave. La mantengo un momento entre los dedos mientras miro a Gin. Ella me mira. Me desafía, me mira y levanta una ceja.
-¿Y ahora qué?
Cojo la llave entre el índice y el pulgar. La dejo colgar un poco más, suspendida en el vacío, indecisa. Después, de pronto la suelto. Y vuela hacía abajo,patas arriba en el aire, y se pierde entre las aguas del Tíber.
-Lo has hecho de verdad...

Gin me mira con aspecto extraño, soñador, incluso un poco emocionada.

-Ya te lo he dicho, no tengo miedo.

Me salta encima, a horcajadas, me abraza, me besa, grita de alegría , está eufórica, está loca, está... Está preciosa.